Lo de hoy no fue el postureo al que nos tiene acostumbrado el fútbol masculino moderno: esa pasarela interminable, el inventario de tatuajes, los colorines perpetuos en la pelambre. No. Aquí se fue a jugar. A disputar el balón sin contemplaciones. Las chicas del Tenerife entran al césped a competir de verdad, sin artificios, sin show y sin ese envoltorio de divismo que tantas veces sustituye al deporte.
El Costa-Adeje-Tenerife femenino está logrando algo que en esta isla hacía mucho que no pasaba: que la gente vuelva a ilusionarse. Que las familias acudan, que los jóvenes se enganchen, que los veteranos del lugar asientan en silencio diciendo “esto sí”. Que el fútbol, por fin, vuelva a oler a fútbol.
Hay futuro, y además es brillante. Porque lo que están construyendo estas jugadoras no es una moda pasajera: es un proyecto competitivo, serio y profundamente social. Un equipo que entiende que la ilusión es tan importante como la técnica, y que el respeto se gana corriendo, compitiendo y dejando el alma en la hierba.
Hasta aquí lo que hemos sentido desde El Burgado.
Y para conocer la crónica deportiva completa, pueden seguirla en clubdeportivotenerifefemenino.com
