Sé que muchas están dolidas. Que sienten que hoy se cayó el mundo. Sé que algunas quizás intentan disimularlo, o incluso aparentan que da igual… pero yo sé cómo estoy yo. Y hoy, más allá del resultado, me siento profundamente orgulloso de esta temporada, de ustedes, de lo que hemos construido juntas.
Porque esto no empezó hoy, ni ayer. Esto comenzó el 5 de agosto de 2024. Desde aquel primer entrenamiento, pasando por amistosos, 36 batallas de liga, una de copa y dos de play-off, durante casi diez meses de entrega, sacrificio, de soñar juntas. Diez meses superando lesiones, bajas, dificultades, dudas… y aún así, jamás dejaron de luchar.
Hoy era una final. Un todo o nada. Y nos tocó perder, sí. Pero la diferencia, la verdadera diferencia, es que yo no me rindo. No bajo los brazos. No me quiebro. Y voy a volver a intentarlo. Una vez, dos veces, las que hagan falta. Con las que estén, con las que quieran seguir peleando. Porque esto vale la pena. Ustedes valen la pena.
Ojalá poder verlas a todas la próxima semana en el campo. Poder hablar con calma, con el corazón. Poder mirar al futuro con los pies en la tierra, pero el alma llena de esperanza. Y definir, entre todas, qué queremos ser, hacia dónde queremos caminar.
Yo entré al fútbol femenino porque quería crecer con él. Porque creo en su fuerza, en su verdad, en todo lo que representa. Y no voy a dejar de hacerlo.
Descansen. Cuiden su mente. Porque, aunque hoy duela… esto no es el final. Es solo el comienzo de algo más grande.